AINIA, en colaboración con Keratin y respaldado por una patente innovadora, está desarrollando hidrolizados proteicos en polvo a partir de sangre porcina, transformando este subproducto en un recurso sostenible.
Este ingrediente funcional, rico en proteínas, hierro altamente asimilable y obtenido mediante un proceso que decolora eficazmente la sangre, está diseñado para su incorporación en alimentos destinados al consumo humano, permitiendo enriquecer diversas fórmulas alimentarias con un perfil proteico de alto valor nutricional.
Proceso
La obtención de un hidrolizado proteico a partir de sangre de porcino representa una solución innovadora para aprovechar subproductos generados en grandes volúmenes en mataderos, con el objetivo de contribuir a un sistema alimentario más sostenible. La obtención de este tipo de ingredientes alimentarios, ricos en proteínas, no solo ofrece una vía para gestionar de manera eficiente los residuos, sino que también posibilita el desarrollo de productos con alto valor nutricional y funcional.
En este contexto, el Centro Tecnológico AINIA, mediante una patente desarrollada por Keratin y con el apoyo técnico de esta empresa, está llevando a cabo ensayos experimentales enfocados en la obtención de hidrolizados proteicos a partir de sangre de origen porcino. Estos ensayos se centran en definir los óptimos de productividad que permitan fraccionar las proteínas presentes en la sangre mediante hidrólisis química, logrando así un ingrediente en polvo decolorado, con alto contenido proteico y hierro altamente asimilable, adecuado para su incorporación en diversos productos alimentarios destinados a la alimentación humana.
Además, el proyecto contempla una caracterización nutricional detallada tanto de la sangre de partida como del hidrolizado que se obtenga. Paralelamente, se realizará un análisis de su funcionalidad tecnológica, incluyendo medidas de solubilidad, propriedades tensoactivas, capacidad espumante y emulsionante, con el fin de evaluar su potencial como ingrediente tecnológico en productos alimentarios para mejorar la calidad y estabilidad de los mismos.
Este desarrollo no solo impulsa la economía circular en el sector agroalimentario, sino que también busca posicionar la sangre, tradicionalmente considerada un residuo, como un recurso estratégico y sostenible dentro de la cadena de valor.